La palabra mérito es definida por la Real Academia Española como el “resultado de las buenas acciones que hacen digna de aprecio a una persona”. En esta oportunidad me gustaría hacer un ejercicio de memoria junto a todos los lectores; una práctica intelectual que nos permita indagar si en Argentina el mérito es reconocido, apreciado y premiado.
René Favaloro nació en el año 1923 en una casa humilde del barrio “El Mondongo” de La Plata y a la temprana edad de cuatro años ya manifestaba su deseo de ser médico. Después de haber cursado sus estudios en el Colegio Nacional de La Plata, sus ansias de saber no cesaron hasta el punto de quedar impactado con las primeras intervenciones cardiovasculares las cuales eran la maravilla de una nueva era.
Aclaro a los lectores que elegí la persona del doctor Favaloro por ser una de las personalidades más reconocida aunque menos apreciada y premiada durante su vida profesional de hecho, recordemos su entusiasmo por la cirugía toráxica a la vez que le iba dando forma a la idea de terminar con la práctica de médico rural y viajar a los Estados Unidos para hacer una especialización.
El doctor, como aún lo siguen recordando más de uno de sus colaboradores en la Fundación, con pocos recursos y un inglés incipiente, se decidió a viajar a Cleveland y el breve tiempo que pensaba permanecer allí terminó siendo una década.
Uno de los méritos del doctor Favaloro fue, en principio, hacer algo que nadie antes había pensado y con la determinante idea de regresar a su país para mejorar la calidad de vida de los argentinos, de hecho la estandarización de la técnica, llamada del bypass o cirugía de revascularización miocárdica, fue el trabajo fundamental de su carrera, lo cual hizo que su prestigio trascendiera los límites de los Estados Unidos, ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria.
Mientras “El doctor” vivió y trabajó en la Argentina, lo hizo para sus pacientes siendo esta una idea muchas veces no compartida por la mayoría de los profesionales que lo acompañaban sin embargo, su entusiasmo por brindarles una calidad de vida digna lo superó.
La desaparición física del doctor Favaloro nos hizo repensar todo. Su vida, su carrera como médico rural, la grandeza de sus descubrimientos y hasta la paciencia y el amor con que trató a sus pacientes. Entonces me pregunto y les pregunto, estimados lectores: ¿porque el reconocimiento al mérito le tuvo que llegar a “nuestro” René Favaloro diez años después, en los Estados Unidos y cuando el director de la Clinica Cleveland, dijo que debería llamarse Clínica Favaloro?
¿Por que seguimos permitiendo, aún hoy, que el “resultado de las buenas acciones que hacen digna de aprecio a una persona” sean reconocidas fuera de las fronteras de nuestro país? Quizás algún día, no muy lejano, podamos encontrar juntos una respuesta a esta pregunta.
Lic. Patricia Cadeiras.
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